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MINISTERIO DE CULTURA: Beatriz Camargo, toda una vida en busca de la memoria a través del teatro

2014-03-27 Por Alicia Jiménez Mantilla "Conmovida desde lo más profundo de mi ser, pues a través de mi, se está reconociendo la labor creativa de muchísimos artistas que han itinerado por nuestro colectivo, extendiendo su energía creativa al público que nos ha acompañado dentro y fuera del país", dijo la maestra Beatriz Camargo durante la ceremonia.

Y agregó "Este reconocimiento me llena de alientos para continuar por este precioso camino del arte escénico, y deseo hacer extensivo este aliento a toda nuestra tribu de actoras, actores, dramaturgas, dramaturgos, directoras, directores, técnicas y técnicos que hacen posible esta hermandad que extiende hermandad al planeta para que vivamos como el Edén que es".

Más de cuatro décadas dedicadas al teatro; la creación de una reconocida escuela en toda Latinoamérica: el Biodrama, propuesta que con el paso del tiempo evoluciono hasta lo que hoy se conoce como Biodharma. Auténtica maestra bajo cuya guía se han formado cientos de actores, sumado al admirable rescate de un bosque en territorio ancestral donde construyó una maloca: uno de sus invaluables legados para la práctica y el aprendizaje de las artes escénicas en Colombia. Vencedora de cuanto desafío se ha propuesto a lo largo de una épica carrera, estos son solo algunos aspectos de la vida obra y milagros de Beatriz Camargo, viajera infatigable en permanente búsqueda de la memoria.

Beatriz Camargo nació en Sogamoso, ha vivido en Francia además de tener la posibilidad de continuar con su incesante búsqueda y dar a conocer su trabajo en lugares tan distantes y seductores como Indonesia, Dinamarca, Alemania, Estados Unidos, Venezuela, México o Cuba, así como de recorrer la geografía colombiana con su ya legendaria compañía Teatro Itinerante del Sol.

Fascinante periplo que en diferentes momentos de este eterno viaje le ha permitido vivir experiencias trascendentales como el acompañar durante giras infatigables a los danzarines de Kathakali de la India, con quienes descubrió una de las formas teatrales más antiguas del mundo, así como el encuentro con el director italiano Eugenio Barba, considerado uno de los creadores de la Antropología Teatral.

Hoy, Beatriz nos abre las puertas de su casa, a la que se refiere con cariño infinito como “mi ranchito"; espacio que se asemeja al taller de un pintor, las paredes cubiertas de pinturas desde el techo hasta el suelo, lienzos que pinta día tras día y cuya actividad alterna con el teatro, prueba de esa desbordada pasión creativa de la artista, en las que pareciera haber encontrado un nuevo recurso para atrapa su imagen, su espíritu, sus recuerdos, obras y aventuras.

Desde la vereda El Roble de Villa de Leyva, continúa creando enseña y contempla el mundo bienvenidos a su territorio: “soy un ser humano, una artista que quiere hacer de la vida un arte, pero sobre todo buscar la felicidad, la dicha, la armonía y la libertad”. Así comienza nuestro diálogo. ¿Por qué el teatro?

Siento que el teatro es una madre, una matriz que comprende a todas las artes. Soy una amante del arte en general, del arte de la vida, entonces siento que el teatro es ese espacio vacío al cual pueden llegar todas las artes, es el lugar donde todo puede ser y ser recreado.

¿Qué le han dejado estos más de 45 años haciendo teatro?

El teatro es ese espacio vacío -en el sentido profundo del término-, que está siempre listo para ser llenado por el arte. Cada aquí y ahora en el que estoy en el teatro y en el que acabo de hacer una obra o de realizar un acto pedagógico, o un laboratorio, o una convivencia creativa o pedagógica, siempre gracias al teatro, vuelvo a quedar lista para seguir creando.

¿Hasta dónde la ha llevado esta búsqueda constante de cuestionarse como ser humano?

Al origen, porque siempre lo he estado haciendo a través de mi labor creativa con el arte, con el teatro. Y esto ha significado no desprenderme de esa fuente que es mnemósine, la memoria: esa madre de todas las artes. Creo que hacia allá voy y allá me quedo, porque de ese lugar vengo siempre y para mí es ese el espacio vacío, agua original.

Hablemos sobre el Bioteatro, ¿qué lo hace tan especial?

En los años ochentas, al llegar a Villa de Leyva buscando la tierra, el cosmos, la sabiduría ancestral, sentí que la palabra teatro ya no era válida para lo que yo estaba creando. Entonces, en ese momento como ahora, tenía el firme propósito de ir a la naturaleza como madre creadora. Por eso la palabra bios, vida, me conmovía mucho; y también la palabra drama, no ligada a la tragedia, sino a su raíz: dream, que significa sueño.

De ahí nace Biodrama, pero uno va cambiando, y en este momento en el que estamos en Colombia y en el planeta -atosigados por palabras como conflicto, drama, actores del conflicto, territorio del conflicto o guerra-, yo dije ¡Quiero salirme de ahí!, que el teatro que yo haga no esté ligado a esas palabras que han motivado la dramaturgia desde la tragedia griega.

Se dice que no puede haber teatro sin conflicto, sin fuerzas en pugna y que la acción teatral proviene de ahí, pero yo dije ¡Un momento!, ¡Por favor un momento!, porque hay que encontrar salidas al conflicto a todo nivel: en el arte, en la pedagogía, en la vida misma.

¿Y en las tablas?

Voy de nuevo a las raíces de las palabras porque me encantan y por eso estudié filología e idiomas. De esta forma descubro que la palabra original no es drama sino dharma que es la misma ley de origen de la que hablan nuestros ancestros en América.

En el dharma no hay conflicto, lo que hay son fuerzas que se encuentran pero que danzan la resolución, no que quedan en pugna. Puede ser que en un comienzo haya oposición pero siempre hay movimiento en el universo, nada queda estático.

Por esto me pareció que la palabra dharma debía remplazar al drama y que debía seguir con bio. De esta manera ahora que estamos utilizando la palabra Biodharma nos ayuda a estar pendientes de nuestra propuesta creativa para no repetirnos, y lo que antes para nosotros era conflicto en la escena, actualmente es un desafío que produce la acción.

¿Cómo se produce la transformación del personaje en esta propuesta?

Muchas de las obras que existen en el teatro colombiano plantean el conflicto, y su acción y dramaturgia dejan al público sumergido en ese punto y sin puertas abiertas para una solución. En cambio, nuestras creaciones comienzan con un desafío en el que al final siempre se encuentra la luz, la libertad.

Creo que la humanidad se está transmutando y tengo la certeza profunda de que entre todos vamos a crearnos como gentes, palabra que existe desde nuestros ancestros. Muisca es gente, kogui es gente, todos los nombres de las etnias aborígenes significan ser gente, de manera que para ellos implica no estar desligados de la ley de origen, del dharma, del corazón del cielo y de la tierra, de la naturaleza. ¿Por qué hacer de una maloca una sala de teatro?

La Maloca es nuestra matriz creativa y desde el comienzo mi propósito ha sido el de ir a las fuentes, al origen, a la memoria, a nuestra sabiduría ancestral, a la tierra. Y resulta que las casas ceremoniales de nuestros aborígenes son llamadas malocas: un lugar donde la gente se encuentra para aprender. Ese sentido es el que hemos querido darle a nuestro espacio porque es a través del arte cómo aprendemos quiénes somos, por qué estamos en este planeta y para dónde vamos. ¿Qué experimenta cuando está en el escenario?

Siento que me transformo, para mí el acto teatral es un acto de amor. Yo entro a hacer el amor y de verdad lo hago con el corazón, y obviamente con todas las células de mi cuerpo. En ese espacio todo mi cuerpo deja de ser el cotidiano para transformarse en ese acto de amor en el que cuerpo se convierte en cualquiera de los personajes que he hecho: madretierra, yerbatera, montaña, pájaro o árbol. El Ministerio

¿Qué tan real y exitosa ha sido su relación con el Ministerio de Cultura?

Mi parcería con el Ministerio de Cultura (…) Me pongo sensible porque ha sido muy profunda y ha existido desde el comienzo de mi relación con el teatro, cuando era estudiante de la Escuela Nacional de Arte Dramático y lo que hoy es el Ministerio se conocía como Colcultura; institución por la que desde entonces le aposté a presentar mis proyectos en todos sus programas y convocatorias en las que siempre resulté favorecida: las becas de estímulos, Iberescena.

Y gracias a ello he logrado montar obras como El siempre abrazo, La flor matecún, entre otras. Gracias también a una residencia del Fondo nacional para la cultura y las artes de México, tuve la oportunidad de viajar a ese país y escribir Sólo como de un sueño de pronto nos levantamos.

Desde 1995, la maloca que es nuestro sitio de trabajo, ha sido favorecida por el programa de Salas Concertadas, y últimamente he desarrollados dos grandes laboratorios de formación, investigación y creación en Risaralda y Guaviare. Fuente del Ministerio de Cultura: https://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/Paginas/Beatriz-Camargo-toda-una-vida-en-busca-de-la-memoria-a-trav%C3%A9s-del-teatro.aspx




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